Nacemos sin miedo. Cuando éramos pequeños no teníamos miedo a nada, se podría decir que éramos auténticos suicidas. No temíamos hacernos daños con tal de divertirnos jugando, ni siquiera nos dábamos cuenta cuando al final nos lo hacíamos...
Pero según vas creciendo y con el paso de tiempo, te meten el miedo en el cuerpo todos los que están a nuestro alrededor. Con esa cantidad de repeticiones que ya tienes metidas en tu cabeza y se te repiten una y otra vez: "hijo, ten cuidado cuando salgas", "ni se te ocurra hacer eso, te vas a hacer daño" "mucho cuidado con lo que haces" "no corras" "no saltes" "no te subas ahí, te vas a caer..."
Pero bueno, en el fondo digan lo que digan no es malo tener miedo, no es más valiente el que no tiene miedo a nada sino el que sabe controlar todos sus miedos. Así que uno mismo aprende a vivir con sus miedos, con todos aquellos que tiene dentro, y los controla. A veces el miedo te ayuda, te hace más fuerte.
Todo el mundo tiene algún miedo. Los miedos son tan diferentes y personales unos de otros que se podría decir que son únicos en su especie.
Así que el miedo a las cosas se produce a lo largo del tiempo, debido a las inseguridades de la vida, por ejemplo el miedo a no ser quien queríamos ser. También, por ejemplo el miedo a la muerte, de jóvenes no tenemos miedo a la muerte, hacemos continuamente locuras sin temer lo que nos pueda pasar. Sin embargo, con los años vas teniendo más preocupación por todo, y evitas cualquier tipo de peligro.
Se suele decir que la felicidad es la ausencia de miedo, por tanto, intenta ser feliz sea como sea y podrás controlar e incluso llegar a eliminar todos tus miedos.
Álvaro H.
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