Durante la adolescenia nuestras expectativas aumentan considerablemente, deseamos innumerables cosas y necesitamos todavía más.
Esas expectativas son tener muchísimos amigos, huir de casa, pasar la noche fuera y llegar a las tantas sin que nadie te de la charla o te eche una inmensa bronca. Tener buenísimo amigos, estar continuamente de bromas en clase. También encontrar a tu alma gemela y enamorarse de ella, sentir lo que es enamorarse por primera vez. Sobre todo, pegarse grandes juergas con los amigos, viajes, estar de fiesta en fiesta, etc. En definitiva, pasar los mejores años de tu vida...
Pero la realidad de la vida es totalmente la cara contraria. Te pasas las horas estudiando, haciendo entradas para filosofía, duermes poquísimo. Estás estresadisimo con todos los exámenes, que tienes a diario. Pasas largas noches terminando lo que te habían mandado para el día siguiente, no tienes tiempo para las juergas, ni fiestas, ni salidas con los amigos, ni novia, ni nada. Después viene mucho más estrés con eso de la carrera, con la universidad, la selectividad y demás. Te escondes por las esquinas para poder llorar pero al menos tienes el consuelo de haber hecho una entrada más...
Álvaro H.
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