De vuelta a mi habitación, me rayé la cabeza con una idea tan estúpida como que cómo sería mi vida si trabajase en un hotel. Llegué a mi piso pero decidí entrar en la habitación donde estaban todos, aunque ya sólo quedaban cinco que estaban viendo una película en un iPad. Le pedí un piti a uno y me lo empecé a fumar en la ventana mientras oía el diálogo que mantenían un hombre y una mujer en la película. La mujer acusaba al hombre de que se había acostado con otra que no era ella pero este, como en todas las películas, lo negaba e intentaba convencerla de la contrario. Entonces entró una ráfaga de viento por la ventana y parte de las cenizas del tabaco cayeron al suelo de la habitación, recordándome que el cigarrillo se me iba a acabar pronto. Di la última calada y lo tiré por la ventana. Despedí a todos los de la habitación y me dirigí a mi 507.
Manu B.
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