Adiós principito:
Un relámpago amarillo centelleó en su tobillo. Quedó un instante inmóvil, sin exhalar un grito.
Luego cayó lentamente como cae un árbol, sin hacer el menor ruido a causa de la arena.
No podía ser, mi principito se había ido y no iba a volver. Todo parecía derrumbarse y lo único que podía hacer era estrechar contra mi pecho el frágil cuerpo del principito. Empecé a llorar como nunca lo había hecho. Este chico verdaderamente me había domesticado y estaba sintiendo la misma tristeza que sintió el zorro ¿Por qué siempre nos abandonan las mejores personas? Siempre son las que se merecen vivir más y siempre son los primeros en irse. Hasta que no se han ido no nos damos cuenta de cuánto nos importaban ni de cuánto influían en nuestra vida. Entonces miré al cielo estrellado y me fijé en una estrella que brillaba como el Sol, empecé a oir unos cascabeles y tan pronto empecé a llorar como dejé de hacerlo. Me di cuenta de que, aunque una persona se vaya, siempre estará viviendo en nuestro corazón y siempre estará a nuestro lado.
Santi D.B
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