Un día iba un padre con su hijo por el campo. El niño tendría la edad de siete años. Se detuvieron ambos. Estaban encima de la colina. Corría una leve ventisca. Era una tarde de primavera. Se olía perfectamente el olor a las flores que surgían de la tierra. Entre tanto silencio, a lo lejos, se oía el rugido de un coche. Cuando el coche pasó por delante suyo, el hijo se dio cuenta que el que pasaba no era un coche normal, era el Koenigsegg Agera y que seguro que un futbolista lo llevaría. Ante este comentario el padre miró al chico. Una vez ya pasado el coche, el padre y el hijo mantuvieron la siguiente conversación:
- Hijo, ahora que eres pequeño, ¿Que te gustaría ser de mayor?
- Pues mira papá, a mí me gustaría ser futbolista.
- ¿Y eso?
- Papá, yo quiero ser futbolista para ser famoso y tener un cochazo como el que acabamos de ver, y tú también tendrás otro como yo.
-Mira, la fama es algo que si no lo sabes controlar, puede ser aquello que te arruina la vida.
-Imposible, no veas lo bien que se debe de estar con mucho dinero.
-Hijo, los famosos claro que tienen mucho dinero, pero al ser personajes públicos se le quita una cosa con la que nacemos: la intimidad, y una vez quitada, es imposible recuperarla.
-Papi, ¿cómo se quita la intimidad, porque si es algo con lo que nacemos, cómo es que nos la pueden quitar?
-Muy fácil, como tú de mayor quieres ser futbolista, te contaré un ejemplo, hace no mucho tiempo, un jugador de un equipo estaba fumando tranquilamente con sus amigos. Los paparazzis, que son gente que hace fotos a cada movimiento de los famosos, le hicieron una foto. Por aquél tiempo, estaba en descanso, porque esto ocurrió en Navidades, y habían hecho un parón. A la vuelta de este, el jugador se enteró de la existencia de la foto. Al leer el contenido del periódico, vió que el paparazzi había dicho a sus superiores que él estaba fumando droga, mientras que él estaba fumándose un cigarrillo de liar. Al volver a los entrenamientos, el presidente quedó para hablar con él. Tras varias horas de discusión, el presidente le echó del equipo y ninguno se interesó por comprarle. Ahora vive en un barrio a las afueras, y están en deuda con el banco.
Aquel niño, de mayor fue futbolista, y nunca olvidará ese diálogo con su padre, hoy lo conocemos como un buen profesional.
“La fama es aquél juicio que se antepone al nuestro”
Manuel A.
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