Me las presentaron hace ya unos once años, yo solamente tenía seis años. Lo recuerdo estupendamente, como si hubiese sido ayer mismo. A cada una de ellas me las presentó un señor distinto mucho mayor que yo. Al principio me parecieron muy bonitas, destacaban entre todas una, a la que le cogí mucho cariño a lo largo de los años, y todavía la quiero como el primer día. A medida que pasaban los años, muchas de ellas se iban, pero para mi alegría, entraban otras. Cuan pasé a primero de ESO, hubo una que se cambió el nombre, y más tarde, por causas que desconozco se dividió en dos. Teníamos nuestros rifi-rafes pero siempre, al final, conseguía salvar nuestra amistad a base de un esfuerzo tremendo.

No me llaméis polígamo, pero en verdad las adoro, y no quiero pasar una año sin ellas, aunque una de ellas se marcha de mi vida por motivos muy personales.
Si querido lector, como habrás notado, no estoy hablando de personas humanas, sino de las asignaturas que cursamos a lo largo de toda nuestra carrera como estudiantes en el colegio.
Manu A.
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