
Un ejemplo claro que podría poner a todo esto son los blogs. En un principio, uno no entiende a dónde se quiere llegar con éste método, pero cuando has alcanzado la fecha límite, has hecho entradas a tutiplén, te has arrepentido de no haberte organizado mejor para haber evitado la paliza de última hora, todo se ha acabado y ya no hay vuelta atrás, lo entiendes.
A mi personalmente, me ha servido mucho todo esto, nunca me vi con dotes de escritor. Y jamás hubiese pensado en hacerme un blog y escribir diariamente en él, contando mi vida, mis intereses, mis opiniones, mis pensamientos, etc.

Probablemente algunos no habrán logrado esos puntos fatídicos para filosofía, pero al menos, seguro que lo han intentado. Se nace con la imaginación, pero hay que alimentarla para que ésta dé resultado alguno.
Tengo fe en que se entienda esta entrada, todos nos hemos comido mucho el coco durante este mes para sacar resultado a nuestra imaginación, buscando incesantemente la originalidad y esperando con ansiedad la aprobación de Don Jesús B. Dependiendo de sus gustos, algunos habrán acabado bien, y otros mal. Pero aún así cabría destacar su motivo aparente, que es por y para la imaginación, escribir entradas haciendo uso de la originalidad y de la imaginación. Porque la originalidad está donde menos te lo esperas, y no consiste en hacer cosas nuevas, sino en hacerlas como si nunca se hubiesen hecho. Y ésto forma parte de hacer y de entender la filosofía.
Álvaro H.